El crédito y sus principales clases

El término “crédito”, a pesar de que es una palabra que se suele escuchar en reiteradas oportunidades, muchas personas todavía no logran comprender en su totalidad lo que realmente significa y cuáles son los diversos tipos que existen.

Si logra entender qué es un crédito y sus clases, entonces contará con la ventaja de saber si es mejor solicitar préstamos sin aval o una línea de crédito puesto que cada uno está hecho para fines distintos. Es decir, si solicita el adecuado evitará que le reboten su solicitud y, además, logrará elegir el que se adapte a su necesidad.

De esta manera, por crédito se entiende aquella actividad financiera que consiste principalmente en colocar a disposición del prestatario una determinada suma de dinero, con la especialidad de que esa cantidad no es ilimitada, o sea, posee un límite y un tiempo establecido. Tal cual como sucede con los préstamos sin aval dado a que no exigen garantía, o por lo menos en algunos casos.

¿Qué implica un crédito?

Una vez aprobada la solicitud del crédito, la persona administrará la cantidad de dinero que le fuere concedida por medio del retiro y devolución del mismo, cubriendo sus necesidades en cada instante.

En este sentido, el prestatario estará habilitado para pagar, bien sea parcial o totalmente la deuda contraída al momento en que éste lo considere oportuno, trayendo como consecuencia el pago de los respectivos intereses.

Aunado a esto, cuando se cumpla el período de expiración de esta operación financiera, el prestatario podrá nuevamente convenir con la entidad la renovación o incluso la extensión de la misma (crédito).

Finalidad del crédito

Como es de suponer, el objeto de mayor relevancia del crédito, e incluso de los préstamos sin aval o de hasta una línea de crédito, es pagar deudas, cubrir gastos y emergencias en situaciones puntuales o fortuitas cuando no se cuente con suficientes activos.

Clases de crédito

Por lo general, el crédito tiende a clasificarse en las siguientes dos grandes categorías:

1. Crédito en cuenta corriente: conocido también como “revolvente”. Consiste en un financiamiento caracterizado por ser a corto plazo, generalmente menos de un año. Está destinado para capital de trabajo o incluso para necesidades transitorias de tesorería donde la empresa posee la facultad de disponer de manera revolvente el saldo disponible de su crédito. Su función es parecida a una tarjeta de crédito.

2. Crédito simple: a diferencia del crédito revolvente, el financiamiento de éste tipo de crédito es a mediano y largo plazo, o sea, más de un año. La razón de los plazos en el crédito simple tienen como propósito servir de soporte a las actividades económicas de una empresa. Aquí, tanto los intereses como el capital normalmente se pagan cada mes. Suelen usarse en maquinaria y equipo, casas, apartamentos, otros tipos de bienes inmuebles y adquisición de activos fijos.

Además de estos dos tipos de créditos, también existe, como ya se mencionó, la línea de crédito, el crédito para capital de trabajo y el crédito refaccionario que fácilmente podrían encajar en las clases ya mencionadas.

A continuación conocerá el objeto del crédito para capital de trabajo y el crédito refaccionario.

  • Crédito para capital de trabajo: se solicita para la obtención de materia prima, gastos de operación y elaboración, financiamiento a clientes, pago de nóminas, entre otros fines.
  • Crédito refaccionario: su finalidad es potenciar, fomentar y aumentar los activos fijos de la empresa, con la particularidad de que el mismo bien se queda y cumple el rol de garantía. Este tipo de crédito por excelencia es el que difiere de los préstamos sin aval.