Evolución del crédito

El crédito es tan antiguo como la humanidad y su necesidad de intercambiar bienes y servicios. Sin embargo, ha venido evolucionando, así como lo ha hecho la actividad económica.

Definitivamente tenemos una relación de amor-odio con esta figura financiera llamada crédito o préstamo. La amamos cuando podemos resolver una urgencia o un deseo, y la odiamos por comprometer nuestro presupuesto, a veces por más tiempo del que quisiéramos.

La Antigüedad

El crédito ha existido desde siempre y puede que uno de los primeros usos de la escritura cuneiforme en Babilonia fuese para dejar en las rudimentarias tablillas de madera, constancia de un acuerdo de este tipo.

La palabra crédito proviene del vocablo latín “credere” (creer) y conforma el sustantivo castellano del mismo, para significar e identificar que algo o alguien es digno de confianza.

La confianza entre dos personas o instituciones es la base de este recurso financiero, ya que el que concede el préstamo entrega algo concreto en ese momento y el que recibe solo hace una promesa.

En la prehistoria —cuando la única forma de intercambio era el trueque— seguramente surgiría el préstamo como consecuencia de un cambalache desigual entre tribus o aldeas cercanas, que luego se saldaría.

Aunque con la modernidad ahora se haga con moneda de curso legal y a través de poderosos ordenadores conectados a Internet, la esencia del crédito es exactamente la misma.

El crédito nace cuando hay alguien dispuesto a entregar algo, cuyo valor acepta recibir posteriormente. Y a la par nace también la idea de valor futuro, que es en realidad el que le dará el atractivo a la transacción para el que entrega el préstamo.

Con la suficiente confianza, el acto de prestar es una actividad que conserva el valor de nuestro patrimonio en el tiempo, y pone a producir a nuestro dinero. Por otra parte, el que recibe dispone de recursos inmediatos para satisfacer una necesidad, sin tener que esperar producirlos.

En teoría el crédito es una relación ganar-ganar, claro que dependerá de que cada quien cumpla su compromiso. Para el que presta es una inversión y —como toda inversión— supone un riesgo. Pero, ¿cómo llevar al mínimo la incertidumbre?

La importancia de la garantía

Es aquí cuando el crédito se ha institucionalizado, tomando en cuenta la vasta experiencia que, como hemos dicho, desde tiempos inmemorables se ha acumulado en la historia.

Al principio, por ser tratos entre personas conocidas y establecidas en una zona geográfica relativamente cercana, bastaba con la palabra empeñada o con la firma de un documento especificando las condiciones acordadas.

Al masificarse la figura del préstamo y estar involucradas instituciones bancarias que administran el dinero de sus depositantes, las instituciones crediticias han tenido que tomar otras previsiones para garantizar el retorno del capital entregado, más los créditos estipulados.

Lo primero que surge para este propósito es establecer una prenda o garantía. Esta garantía refiere a algún bien que en caso de que no se honre la deuda, pueda eventualmente cubrir el valor futuro que espera obtener el prestamista.

Para ello se han tenido que adaptar las legislaciones en el tiempo, de manera de darle derechos condicionados a terceros sobre cierta propiedad dada en garantía.

Por ejemplo, al adquirir una vivienda por medio de un préstamo hipotecario, aunque el comprador sea el dueño legal del inmueble, quien concede el préstamo conserva ciertos derechos hasta el momento de la cancelación total de la hipoteca.

Igual sucede con préstamos para la adquisición de vehículos, en donde la institución crediticia se hace de la reserva de dominio hasta tanto se cancelen la totalidad de las cuotas acordadas.

Tarjetas de crédito, apertura al consumo

Los préstamos al consumo son un tipo de préstamo que surgió a mediados del siglo XX. La bonanza de la post guerra, el relativo clima de estabilidad económica y el boom del consumismo, propició que las personas quisieran obtener bienes y servicios sin tener que esperar ahorrar el dinero necesario.

Los grandes capitales vieron en esto una veta interesante de negocio, lanzando al ruedo los sistemas de crédito rotativo basados en las tarjetas de crédito. Nació así el dinero plástico.

Con un cierto límite fijado de acuerdo a la capacidad de pago estimada, se puede entonces disponer de un dinero que no tenemos  y que se nos concede apenas lo requerimos.

El detalle peligroso de este sistema para el tarjetahabiente, es la tentación de acogerse habitualmente a la figura del pago mínimo, sin percatarse del impacto que puede causar a nuestra salud financiera una deuda siempre creciente.

Otras opciones

Ya más recientemente se han creado otras opciones con un enfoque distinto al de las tarjetas de crédito, pero también atendiendo al consumo.

La banca, aprovechando su nutrida cartera de clientes, desde hace ya un tiempo ofrece préstamos al consumo, aparte de la tradicional tarjeta de crédito.

Por supuesto que la aprobación y el monto de estos préstamos están supeditados al historial labrado en el manejo de los productos financieros que se tengan con la entidad bancaria.

De allí se desprende un problema para las personas que estén recién bancarizadas, o cuyo historial no calza los méritos suficientes para optar por créditos de este tipo.

La buena noticia para ellos es que, como parte de la evolución del crédito y sacando partido de la tecnología que ofrece hoy en día Internet, existe una buena cantidad de portales que ofrecen créditos inmediatos, sin importar el historial crediticio.

Basta llenar un formulario en la web para disponer de un efectivo que permita atender una emergencia o simplemente aprovechar alguna tentadora oferta que se presente.

No hay que ver a la institución del crédito como un karma. Haciendo uso racional y responsable de este podremos lograr metas que de lo contrario podrían siempre estar lejanas en nuestro horizonte.

Antes de acudir a un crédito siempre hay que evaluar los pro y los contras, considerar todos los costes asociados y, sobre todo, hacerse la trascendental pregunta: “¿Acaso esto puede esperar a que pueda reunir el dinero?”

En las finanzas personales la disciplina lo es todo.